Decidir es un procedimiento elemental de nuestra vida. A diario, tomamos multitud de decisiones de manera automática y aprendida, en la mayoría de las ocasiones, conociendo ya el resultado de nuestra acción.
La toma de decisiones en una empresa, por ende, cumple funciones igualmente inapelables.
Sin embargo, en muchas otras ocasiones, nos enfrentamos a situaciones extraordinarias, que ponen a prueba nuestra capacidad de elegir, y requieren que pensemos de forma detenida y estructurada que acciones debemos emprender para llegar al resultado más conveniente.
Todos, en algún punto, hemos cometido equivocaciones con respecto a las decisiones que tomamos, y lidiamos con las consecuencias posteriores de nuestra falta de atino. Tras ello, buscamos, de formas válidas o no válidas, identificar los factores que nos han llevado al fracaso.
Lo que es seguro, es que no queremos recaer en el yerro, y decidir mal nuevamente.
Lo mismo sucede en los entornos empresariales. A diario, la toma de decisiones en una empresa, ve como los líderes de empresas y sus habilidades son puestas a prueba ante situaciones o problemáticas que los alejan de sus objetivos, y deben ser superadas, o simplemente deben decidir rumbos y caminos a seguir, con miras a la consecución de sus metas.
Diversos métodos y estrategias son aplicados día tras día, por empresas a nivel mundial, con el fin de identificar a través de medios complejos, y largas cavilaciones, las alternativas correctas, que causarán justamente el efecto deseado.
La arborescencia en el pensamiento, es un atributo imposible de omitir en los encargados de estos procesos.
En este artículo, te ayudaremos, explicando de forma simple y concisa, las diferentes variables a tomar en cuenta, en la definición de vuestras estrategias en la toma de decisiones de una empresa, el posterior análisis de sus consecuencias, y las mejores vías para la trata de problemáticas y situaciones de riesgo. ¡Vamos allá!
Contenido del artículo
El primer paso en la realización de una tarea, es definir su hacedor. En el caso de la toma de decisiones de una empresa, la relación de su organigrama, determinará la o las personas encargadas de esta tarea.
Según el tipo de empresa, y su tamaño, la distribución de las decisiones serán más colaborativas o más individualizadas. Conoceremos muchos ejemplos, de pequeñas empresas donde el propietario ejerce a cabalidad su función de mandamás y tomará siempre todas las decisiones concernientes a su negocio.
De igual manera, veremos multitudes de ejemplos en grandes compañías, donde hay equipos multidisciplinarios, dedicados en pleno, a la recopilación de información, gestión de datos y análisis cualitativo y cuantitativo, consiguiendo el equilibrio entre el conocimiento empírico y las matemáticas del éxito.
De cualquier manera, todos los caminos nos llevarán a Roma, eventualmente.
La toma de decisiones en una empresa, será siempre ejecutada por alguno de sus elementos. Habiendo definido esto, surge una nueva pregunta. ¿Cómo lo hacemos?
Aquí, comienza lo complicado. ¿Cómo saber qué es lo correcto para una empresa? ¿Cómo saber qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo? La respuesta es sencilla: A través de la investigación.
A través de la constante aplicación del método científico, toda la información que nos será indispensable en este proceso estará a plena disposición.
Sin embargo, aunque sepamos qué camino debemos seguir, debemos ponernos en marcha, y seguirlo efectivamente. La evaluación e implantación de cada alternativa que evaluemos es la clave en este sentido, y hay un largo trecho entre decir y hacer.
Te explicaremos las cinco fases esenciales en la toma de decisiones de una empresa:
Saber es ser.
Aristóteles.
Como lo dijo uno de los sabios más grandes de la historia, para ser, debemos saber. Igual, para tomar decisiones, debemos saber sobre qué debemos decidir.
Identificar las situaciones y problemáticas, son el primer paso a realizar en este sentido. Cuando esta información no esté oculta a nosotros, el trabajo posterior tomará toda la forma, etapa por etapa.
Habiendo estimado este punto, pasamos a la fase dos en la toma de decisiones en una empresa.
Ya sabemos qué hacer. Ahora, pasemos al cómo hacerlo.
Cada detalle, debe ser estipulado de la forma más meticulosa y precisa posible. Debemos contemplar las adversidades en cada escenario que nos estemos planteando, y elegir el camino más efectivo.
Como punto importante, debemos resaltar que cada solución que contemplemos, debe ser total y concisa, y no parcial.
La única forma de alcanzar nuestras metas, es solventando todas las problemáticas que se interponen en su realización de forma parcial, o cuando debamos hacer cara a nuevas situaciones, aún deberemos lidiar con rastros de complicaciones anteriores.
Dicho esto, pasemos a la fase tres en la toma de decisiones en una empresa.
Ya sabemos qué hacer, y cómo hacerlo. Ahora, ¡A darle caña!
La llamada a la acción ya está hecha. Conocemos las acciones a emprender, y nos pondremos en marcha.
Las fases de identificación y planificación, aportaron todos los datos de inicio, y las alternativas elegidas se ponen en marcha, e inicia la búsqueda de resultados tangibles.
Es importante que, en esta etapa particular, la flexibilidad esté de nuestro lado.
Nunca hagas planes que no sean maleables, pues siempre será posible que diversos elementos de nuestra planificación, deban ser cambiados por motivos variados.
Lo más importante para definir líneas de acción, es contemplar varias posibilidades. Y, esto es muy sencillo, cuando tenemos varias perspectivas.
Contar con una atmósfera creativa, donde cada quién sea escuchado y sus opiniones sean tomadas en cuenta, aumentará la arborescencia, y, por ende, el margen de éxito en tus opciones.
Sigamos a la fase cuatro en la toma de decisiones de una empresa.
Los resultados una vez disponibles, deben ser evaluados de la forma más objetiva posible, y es allí donde conoceremos la efectividad o no efectividad de nuestras decisiones.
Allí es donde viene a colación la maleabilidad de la que os hablamos en la fase tres.
Siempre debemos ser capaces, tras nuestras evaluaciones, corregir las falencias de forma inmediata, y enmendar los conceptos errados que hemos ejecutado.
Una evaluación constante y objetiva, siempre será el pilar de las decisiones correctas.
Hablemos de la fase cinco en la toma de decisiones de una empresa.
El momento de la verdad es este. Es aquí, cuando sabremos si nuestra decisión ha sido exitosa o no.
En base a la obtención de resultados en nuestra evaluación, y la enmienda de los conceptos mal formados, debemos clasificar la alternativa que hemos elegido.
Si ha sido acertada, podemos copiar este patrón para momentos futuros, y definirlo como nuestro método idóneo de trabajo, siempre abriendo la puerta a las variantes.
Si nos hemos equivocado, debemos escrutar los factores que han llevado nuestra iniciativa al fracaso, tomando siempre los elementos positivos, y creando un ambiente sano y maduro que permita la crítica constructiva.
En ambos casos, el aprendizaje es enorme, y definirá muchos de nuestros esquemas a seguir en lo sucesivo.
El equilibrio es la base de la asertividad, por ende, la ponderación de criterios más acercada a lo correcto, siempre será hecha en base a la contemplación de las dos vertientes del conocimiento. El conocimiento empírico y el conocimiento científico.
La experiencia, las percepciones y los elementos subjetivos en el conocimiento, son muy importantes y por ninguna causa deben ser demeritados.
Si hemos probado algo, y no nos gusta, o no nos funciona para lo que deseamos, es válido apuntar esta clase de información.
Sin embargo, aunque nuestras percepciones puedan ser positivas con respecto a algo, si las estadísticas nos indican, que un porcentaje importante de las personas que han elegido esta alternativa, han fracasado, es muy probable que fracasemos igualmente.
Reiteramos de esta forma, la importancia de aplicar las fases del método científico en nuestra fase de identificación, ampliando así nuestras opciones para equilibrar la objetividad con la subjetividad en nuestros criterios.
Elegir nuestro rumbo, jamás ha sido y jamás será un tema sencillo. Sin embargo, disponer de todas las herramientas y conocimiento, nos harán menos sensibles al fracaso.
Siempre tengamos en cuenta que, en lo respectivo a la toma de decisiones en una empresa, podemos signar un camino de prosperidad o iniciar un periplo cuyo único término será el desastre.
Valernos, en cualquier caso, de diversas opiniones, con puntos de vista variados, pero sustentados siempre en elementos comprobables de la realidad, enriquecerá en demasía el alcance de nuestras alternativas.
La capacidad de adaptación, es vital en este proceso. Cuando en nuestras evaluaciones detectamos las fallas, la capacidad de corregir inmediatamente podrá exentarnos de un crecimiento de la problemática inicial.
En cualquier caso, cada iniciativa que emprendamos, y cada alternativa que nos lleve a ella, nos asegura la obtención de aprendizaje y sabiduría, que en el universo de los negocios, se hacen imprescindibles para alcanzar cada meta, y un elemento constante en los casos de éxito.
Desde aquí, esperamos que este artículo te haya servido para facilitar el siempre complejo proceso de la toma de decisiones una empresa.